El
miércoles por la tarde mi familia (incluida Nicoletta perro) se exilió a
Castelltersol y yo decidí quedarme en Barcelona con mi bebita dada la poco
halagüeña previsión meteorológica prevista para los próximos días.
Amanecimos
el jueves con defecto de peso nuevamente tras la pesada semanal en la báscula de la tía Chicha: lo mín que hay que engordar por semana son
180gr. y sin embargo, la pasada fueron
solo 60gr y esta 80gr. Visto el panorama desolador y por indicación pediátrica,
empezamos la Semana Santa con una nueva estrategia de engorde para la pequeña
Colettines: dejar el pecho temporalmente e intentarlo únicamente a base de
bibes de 120 cl. Un poco traumático para mi ya que por las noches no hay nada
mas cómodo que enchufarle un poco de pechuga y dormitar a pierna suelta mientras la pequeña se autoabastece, pero todo sea x su salud…
Además
tenía que terminar unas cosillas de trabajo así que tras el biberón de rigor,
acosté a Nicoletta y me dispuse a
trabajar pero parece ser que sus planes eran otros bien distintos y tuvimos que terminar trabajando las dos juntas delante del ordenador. Sus ganas de juerga
acabaron sacándome de quicio y no me vi capaz de superar con éxito nuestras
primeras 24 horas a solas así que tiré de una joven canguro recomendada (ya que
la mía de confianza se ha mudado a Sant Cugat) que no tardó en plantificarse en
Portolá a hacerse cargo de la pequeña para que yo pudiese trabajar, prepararme
una bañera relajante, acicalarme y salir a cenar para airearme un poquillo.
Menos mal! Si no habría enloquecido ya el primer dia…
A
todo esto los biberones que se suponía que debían ser de 120 cl, superaban a
duras penas la mitad, asi que la abuela de la criatura empezaba a ponerse un
poquillo nerviosa desde la distancia, insistiendo profundamente en que debíamos
hacer las maletas y treparnos a Castell a la mayor prontitud posible.
Pero
el viernes, yo seguía teniendo mis propios planes en la ciudad condal: a las 12
paseo por la carretera de las aguas, planazo que acabó sufriendo modificaciones varias ya que cuando llegamos allí arriba nos cayó una tromba de agua impresionante y tuvimos que resignarnos a quedarnos encerradas dentro de mi AX, Vir, Colettines y yo, a la espera de que pasase la tormenta pues Vir había subido en moto...
Eso
si, a la que por la tarde despejó un poquillo, no dudé en llamar a la nueva
canguro para que se hiciese cargo de la peque un par de horitas y poder
escaparme a correr con MJ. Y menuda cañita me dio MJ!!!! Que tía!!!! Me paso
unos mesecillos sin calzarme unas bambas y está mujer aprovecha para entrenar a saco y dejarme en ridículo, ja ja! Me dio un
repasillo que me dejó fina… Y yo que pretendía hacer 10km en 1 hora… Al final
no fueron ni 7 y yo diría que tarde más de hora y media, ji ji! Qué ridículo
vamos a hacer en la carrera de los Bomberos el próximo 22 de abril…
Después me llamó Bernat para salir a hacer una de nuestras ya tradicionales cenitas de los jueves, aunque en esta ocasión fuese viernes, y a puntito estuve de decirle que no ya que mi canguro no podía quedarse esa noche. Pero de repente me iluminé y decidí aprovechar su condición de propietario de uno de los mejores bares de Barcelona para acoplar a Nicolettines a una cenita improvisada en los bajos de su local. Y allí acabamos, poniéndonos las botas de japo y con la pequeña durmiendo a pierna suelta. A eso de las 00.30h decidí que ya era hora de retirarse ya que vi claramente que la presencia del cochecito en su bar de copas estaba espantándole la clientela y no era plan de hundirle el negocio, ji ji!
Al día siguiente, hicimos las maletas y emprendimos el camino rumbo a Castelltersol con la esperanza de poder descansar con la ayuda primordial de la abuelita Maise. Y, efectivamente, solo llegar, mi madre tomó las riendas del asunto y, biberón y babero en mano procedió a suministrar los 120cl de rigor a Nicoletta sin dejar ni media gota en el recipiente.
En la siguiente toma también colaboró Ajo consiguiendo el mismo éxito rotundo, visto lo cual la abuela de la criatura llegó rápidamente a la conclusión de que yo no estaba capacitada para alimentarla y debía ser sometida a una auditoría nocturna para cerciorase de que me empeñaba con suficiente ímpetu e indispensable paciencia en semejante labor de tanta responsabilidad.
Las
normas eran claras: todas las tomas de la noche iban a ser supervisadas por
ella misma así que en cuanto la criatura diese señales de vida yo debía
comunicarme con su abuela vía telefónica (a pesar de estar en habitaciones
situadas en la misma ala de la casa). Eso si, me insistió en que dejase sonar
el teléfono varios timbrazos para garantizar que se despertase.
Yo,
obediente donde las haya, a las 03.15h de la madrugada, empiezo la cruzada de
contactar con ella… y a la 6 llamada sin respuesta, decidí levantarme e ir
personalmente a despertarla ya que la reprimenda al día siguiente por haberme
saltado la auditoría habría sido brutal. Pero incluso estando yo en persona a
las puertas de la habitación matrimonial, no había manera de despertar ni a la
abuela, ni al abuelo ni a Nicoletta perro que, como es habitual, roncaba en la
misma cama que ellos. Tras varios intentos fallidos, mi padre se percató de mi
presencia y pudo despertar a mi madre a base de bufidos de los suyos que tan bien se le dan.
Una
vez mi madre en danza, yo delegué totalmente en ella y me metí en la cama a intentar
retomar el sueño, aunque a medias lo conseguí porque iba oyendo a mi madre azuzando a
Coletilla para que tragase porque según parecía, le estaba costando lo suyo, por
suerte, ji ji! Finalmente, tras mucho batallar se dio por vencida con 60cl
sobrantes en el biberón.
A
todo esto Nicoletta perro se había trasladado de la cama de mis padres a la mía
y cuando mi madre se dispuso a retirarse a sus aposentos, le pedí que se
llevase a Nicoletta, pero no había manera de desalojarla, asi que me bajé de la
cama, la agarré por el collar y estiré sin resultados para hacerla bajar de mi cama. Volví a estirar de nuevo y nada. No había manera. Estiré una vez mas con
todas mis fuerzas y esta vez lo conseguí pero dejé a la pobre tosiendo,
estornudando y un poco de todo a la vez. Y no se le pasaba… Y cada vez estaba
peor… Y yo con remordimientos de conciencia, pobreta…
Entonces
a mi madre se le ocurrió que la sacásemos a beber agua (la tiene fuera, en el
porche) y hasta mi madre en camisón salió con el frío polar que hacía, pero
nada. Nicoletta no bebía. El plan B fue darle un poco de miel, que según mi madre, suaviza la
garganta, pero tras dos cucharadas enormes, aquello seguía sin solucionarse. El
plan C fue darle un Actimel. Esto se me ocurrió a mi, no sé con que finalidad, cosa que entusiasmó a Nicoletta pero como era de esperar tampoco solucionó el percal.
Tras un rato de dar apoyo moral al pobre animal en el salón, la cosa se calmó un poco y pudimos volver a acostarnos. Eran ya las 4.30 de la mañana...
A
las 7 de la mañana del Domingo de Resurrección vuelvo a contactar con mi madre vía telefónica para que
volviese a asistir a la toma de biberón y de nuevo, encargándose ella al 100%
de la labor, la pequeña ingiere solo 40 cl.
Fueron
de mucho agradecer las disculpas que profeso mi madre al reconocer que no había
sido tarea fácil conseguir que Coletilla tomase los 120cl recomendados y que estaba claro
que no era mi falta de paciencia y de pericia los causantes de la escasez de
peso de Nicoletta. Y yo respiré aliviada porque si Colettines se llega a tomar
los 120 en cada toma con mi madre, a mi se me hubiese caído el pelo y estaría probablemente
castigada hasta nuevo aviso, ji ji!
Eso
sí, lo que tenía que haber sido una noche de descanso para mi, para recuperar
fuerzas, se convirtió en una odisea y al día siguiente estaba tan KO que me iba
durmiendo por las esquinas….
El resto del Domingo de Resurrección transcurrió afablemente, con comida familiar con mis
tíos y primo & co Capella Oliva, y con biberones más o menos aceptables
pero sin llegar nunca al objetivo.
A
las 17.45h Nicoletta empieza a llorar y mi madre me indica que le toca
alimentarse a las 18h asi que desaparece a preparar el biberón mientras yo me
quedo con mis tios, primos y sobrinillas Valencianas. Mi tío Salvador, a la que
mi madre desaparece, me susurra discretamente que vamos mal de hora y que no es
hasta las 19h que nos toca bibe. Yo, confiando plenamente en la rigurosidad de
mi madre, le dejo entrever que lo habrá calculado mal y que sí o sí es a las
18h cuando le toca. Minutos después, muy discretamente de nuevo, tío Salvador vuelve a
insistir sobre el tema y yo cansadita ya, le digo que lo habrá calculado mal. Y el
pobre empeñado en insistir en que no teníamos razón... y yo oídos sordos....
Y ni
corta ni perzosa mi madre le hace entrega del biberón a mi hermana para que se
lo administre a la criatura, que no duda ni un segundo en engullir hasta la
ultima gota! Todo un éxito!
Eso
sí, pocos minutos después, un peculiar olorcillo advierte a mi hermana de que
deberíamos proceder a un cambio de pañales. Pero a todo esto, ha llegado Sayo con
un montón de temas importante que tratar con mi madre, que es la que dirige
todo lo referente a la bebita, y se lian a comentar que si no hay derecho de
que la misa dure 2 horas con bautizo de 4 niños prácticamente con barba,
incluido en la ceremonia… que si el tema del mar muerto no es un tema a tocar
en un sermón de Semana Santa, que si las caramellas del final de la ceremonia
eran cánticos navideños y poco procedentes y que si no había manera de salir
disimuladamente de todo aquel embrollo sin que te criticase todo el pueblo.
A todo esto mi hermana repetía tímidamente que era necesario pasar por el tocador a retocar a Nicoletta que cada vez olía de forma más estimulante, pero nadie le hacía ni caso… Y la conversación continuaba, esta vez desviada a Nicoletta debido a la intervención de Ajo, con Sayo comentando que iría comprarle un regalito a la tienda de Reyes en la calle Mariano Cubí para que lo pudiésemos ir a cambiar sin problemas, bla bla bla… y Nicoletta berreando...
Y mi madre despierta entonces y decide que la pequeña tiene sueño y que hay que acostarla. Ya estaba a punto de meterla en el cochecito que mi hermana vuelve a salir con que sería altamente conveniente cambiarle los pañales antes, y justo aparece mi tío Salvador para recordarnos que según él, hemos calculado mal los tiempos de alimentación y que no era hasta al cabo de una hora que la pequeña debería haber comido.
Entonces, mi madre se queda petrificada ante semejante revelación y rompe a reir al darse cuenta de que efectivamente, habían embutido 120 cl a Coletilla una hora antes de la cuenta (llego a ser yo la responsable y los gritos que me habría llevado se habrían oído hasta en Bcn…). Claro que a Colettines le han entrado curripias, ja ja!!!!!
A todo esto mi hermana repetía tímidamente que era necesario pasar por el tocador a retocar a Nicoletta que cada vez olía de forma más estimulante, pero nadie le hacía ni caso… Y la conversación continuaba, esta vez desviada a Nicoletta debido a la intervención de Ajo, con Sayo comentando que iría comprarle un regalito a la tienda de Reyes en la calle Mariano Cubí para que lo pudiésemos ir a cambiar sin problemas, bla bla bla… y Nicoletta berreando...
Y mi madre despierta entonces y decide que la pequeña tiene sueño y que hay que acostarla. Ya estaba a punto de meterla en el cochecito que mi hermana vuelve a salir con que sería altamente conveniente cambiarle los pañales antes, y justo aparece mi tío Salvador para recordarnos que según él, hemos calculado mal los tiempos de alimentación y que no era hasta al cabo de una hora que la pequeña debería haber comido.
Entonces, mi madre se queda petrificada ante semejante revelación y rompe a reir al darse cuenta de que efectivamente, habían embutido 120 cl a Coletilla una hora antes de la cuenta (llego a ser yo la responsable y los gritos que me habría llevado se habrían oído hasta en Bcn…). Claro que a Colettines le han entrado curripias, ja ja!!!!!
Constatado
el error, despiden a Sayo y proceden a llevar a Coletillla a su habitación para
cambiarla mientras yo trabajaba en el salón con el ordenador cuando de repente
empiezo a oir unas risotadas y unos gritos y mas risas y exaltaciones y yo
preocupada pregunto a voz en grito que que está ocurriendo que merezca tales ovaciones, a lo que mi madre contesta
que vaya con la mayor diligencia posible. Panorama desolador: casquillas desde
la punta del dedo gordo del pie hasta la coronilla, saliendo por la entrepierna
a pesar del pañal y del body. Los leotrados manchados, la ranita manchada, el
jersey manchado y la abuela y la tia muertas de la risa…
Visto
el percal decido retirarme y a los pocos segundos, cruza mi madre el salón más
contenta que unas castañuelas y aparece con una bañera de plástico azul de
antes de la guerra bajo el brazo, donación, según informa, de la tía Chicha. Encantadísima
de poder estrenarla, procede a llenarla en un baño de la otra punta de la casa,
siguiendo instrucciones según ella de Ajo.
Según
me informa, mi hermana ha soltado que nunca bañamos a esta criatura y que le
parece del todo inviable limpiar todo aquel panorama con una simple toallita como pretendía hacer mi madre.
Así que tiempo le faltó a la mujer para apuntarse al planazo de bañar a su
nietecilla y organizar un baño improvisado con toda la emoción y celeridad del
mundo.
Yo
salto en el acto alegando que el día anterior la había bañado en Barcelona, y
que en Castell no era recomendable bañarla ya que hace un frío del 15, el agua
sale templada en vez de caliente y no disponemos de la infraestructura
necesaria para que la criatura no se me enferme minutos después y haya que
amputarle algún miembro por congelación.
Pero…
demasiado tarde: la bañera ya esta llena, la criatura desnuda en la otra punta
de la casa, y ni a la madre ni a la abuela se les ha ocurrido pensar en la
toalla, en el jabon y champu de bebes, en la esponja, en el calefactor… Uffff!
Que estress! Y Coletilla en pelotiquis a punto de agarrar una pulmonía! Y yo
corriendo a poner un poco de orden y de “seny” en el asunto.
Pero
mi madre tiene soluciones para todo:
- A modo de esponja, una esponjilla desmaquilladora azul también que circula por su baño desde hace bastantes décadas
- Para el pelo un champoo buenísimo según ella que tiene guardado para ocasiones especiales y que cuando Ajo lo ve aparecer resulta que a su parecer se trata de champú de perro a lo que mi madre dice: “de pelo, claro, de pelo” y mi hermana repite “nooo, es de perroooo” y acabamos descubriendo que aunque ese champú octogenario fue utilizado para lavar a Nicoletta perro, previamente se lo aplicaron a Chufa, la predecesora de Nicoletta, y antes de ella perteneció a mi abuelo, que en paz descanse desde hace ya bastante añitos, e incluso previamente provino del primo de mi madre, Salvadorito, que lo sacó de su residencia de la tercera edad!!! Y lo que nos maravilló a mi hermana y a mi fue que a pesar de ser un champoo de quinta mano, estaba lleno como si fuera nuevo, ja ja! Impresionante! Menudas risas!!!!! Pero a falta de otra cosa mejor, decidimos utilizarlo también en la nueva generación, sin excedernos demasiado en la cantidad ya que consideramos justo que los tataranietos de Nicolettines, pudieran seguir utilizándolo, ju ju!
- Y yo me encargue de la toalla, el traslado del cambiador de una punta a otra de la casa, y de poner un calefactor para evitar amputaciones
Y
con todo a punto nos metimos las 4 en un baño de 1 metro cuadrado a proceder
con el bañado. Con tanta mano metida en la bañera la pobre Nicolettines estaba
medio ahogada, atabalada y con cara de pocos amigos y mi madre contentísima
diciendo: “hay que ver como se le notan a esta niña las clases de natación…”
Pobreta, en estado de shock estaba! Realmente es una santa! No chistó ni media a pesar de todas las perrerías que le hicieron abuela y tía para limpiarle todos y cada unos de los pliegues del cuello, cogote y hasta la planta de los pies.
Se
notaba que mi madre y hermana no tenían nada mejor que hacer y en un plis
encontraron interesantes tareas con las que llenar una aburrida tarde de Domingo
de Resurrección. Lo contentas que estaban con tanto ajetreo, ja ja! Y miedo me
daba lo que pudiese ocurrírseles después….
A
todo esto hubo que lavar a marchas forzadas su ropilla porque se me olvidó traer
ropa de recambio a la pobrecilla, ji ji!
Ahora
es casi media noche y he prohibido a mi madre participar en las tomas
nocturnas: ha quedado claro que es Nicolettines la que decide si come o no come
y descanso bastante mejor si no tengo que preocuparme de sacar a mi madre
de su cama, al perro de la mia y de reanimarle si se atraganta.
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